17 de gen. 2011

Tachado por la censura IIII

La sacudida que los programas de intercambio de archivos entre particulares, el p2p, han provocado en el mercado del disco ha sido catastrófica. Sin entrar a discutir sobre su legalidad o legitimidad y ateniéndonos sólo a los hechos, la lección que el éxito del p2p nos enseña es que el consumidor de música no necesita soporte ni objetos bonitos para disfrutar de su hobby favorito y que, cuando ha podido elegir, se ha quedado con el archivo musical pelado sin aliños y sin envoltorios. Casi todos los planteamientos de la industria del disco se hacen añicos tras un mero paseo por los discos duros compartidos de los usuarios de los principales programas de intercambio de música. El empeño de la industria de poner en pie de guerra los estilos musicales enfrentando a sus aficionados como en la final de la Liga de Fútbol se demuestra fallido. En Internet, donde no hay autoridad ni fronteras, prima el eclecticismo y la amplitud de criterios en la selección musical de los millones de usuarios del p2p, curiosos e insaciables por definición.

Para el músico también ha habido cambios radicales. Vender discos y sonar en las radios comerciales ya no es la medida del éxito y las redes sociales y otras herramientas de Internet igualan ante los ojos del público a los noveles con los clásicos, los humildes con los ricos y los famosos con los desconocidos. Las campañas promocionales ya no son el único reclamo del músico para dar a conocer su obra. El último video del desconocido Joe Brooks ha sido pinchado en MySpace más veces que el último single de Oasis y sus canciones han sonado 12 millones de veces mientras sus conciertos se han convertido en multitudinarios llegando el precio de reventa de entradas a niveles estratosféricos. YouTube y MySpace son los canales que permiten al compositor y multi-instrumentista californiano Jack Conte vivir exclusivamente de las ventas de sus mp3 sin campaña de marketing ni promoción ninguna. Convencido de las posibilidades de Internet para promover y comercializar la música, los vídeos de sus temas han alcanzado hasta 500.000 visionados. Como él, son muchos los que han salido del apartheid de la industria gracias a Internet, incluyendo a clásicos de los 60 y 70 como Fairport Convention, inventores del folk-rock británico.