18 de gen. 2011

La plancha de yeso

Este es un artículo de 2007 que pensaba que tendría mucho eco y no ha sido así. A mi se me ponen los pelos de punta con ambas coas: la comercialización del artilugio en cuestión sin que Sanidad haya dicho esta boca es mía y el hecho de que no tuviese eco la denuncia.

La plancha de yeso

En el barrio donde vivo hay un mall con un carrefour, un burger king y una galería comercial con tiendas y tiendecitas de tapioca, springfield e incluso algunos comercios particulares, casi todos de ropa y calzado. Algunos de estos locales han sido adquiridos por chinos y otros por colombianas. Un día descubrí en un escaparate un device curioso: Body de Lycra, informaba debajo una tarjeta, precio tantos € (no lo recuerdo). Había varios modelos y colores. Pensé que era ropa de deporte. Había también otra gama, que la encargada del escaparate no había logrado exhibir adecuadamente y venía profusamente acompañada de tarjetas informativas que explicaban detalladamente la novedad: una bolsa delantera tipo marsupio en la que se podía introducir una plancha de yeso que, siempre según las tarjetas, tenía efecto adelgazante.
En cuanto llegué a casa me fui a google y esto fue lo que encontré.

Naturalemente, fui investigando y abriendo los links uno por uno. Concretamente, esta guía me escandalizó sobremanera.

Este es un foro de usuarias.

Existen también para brazos y piernas.

Y esta es la superación: ¡El corsé de yeso! Antes de su uso, se ha de mojar para que el yeso se amolde perfectamente a la usuaria. Luego tienes que permanecer perfectamente quieta y estirada durante 30 minutos para no estropearlo con arrugas y torceduras.

Debo añadir que, en el par de meses transcurridos desde mi descubrimiento del yeso, los stocks de la tienda esa de mi barrio están casi agotados

¿Te creías que el corsé, las ballenas, el miriñaque y el verdugón estaban extintos? Pues sí, lo están. No nos hacen ya ninguna falta, tenemos algo mucho mejor, el yeso. Una mejora incalculable para el abotifarramiento que exige la moda actual. Las ballenas son flexibles. ¿Quién quiere ballenas? El yeso es rígido, no cede, ni se dobla. Las usuarias sacrifican su libertades más elementales (inclinarse, doblarse hacia adelante, agacharse, respirar…) a cambio de la libertad de lucir una cinturita de avispa estucada pero preservan el gusto de comerse los dos postres que tanto les gustan. Cabe preguntarse también si una puede pensar con libertad cuando se lleva el tórax oprimido hasta 20 centímetros por debajo de su medida normal (http://www.naturavitlife.com/corsé.htm), pero ¿quién quiere pensar? Si, total, en estos tiempos que corren, nadie te va ha hacer caso…

Durante toda la historia, la mujer occidental había vivido aprisionada entre las ballenas de los corsés: su capacidad pulmonar se había reducido a la mitad, los órganos internos cambian de forma, la musculatura se atrofiaba y el riego sanguíneo se hacía dificultoso. La merma de la salud, resistencia y capacidad intelectual tras siglos de corsés fue brutal. Las mujeres se convirtieron en parásitos prácticamente inútiles y la necesidad de protección masculina se convirtió en imprescindible (un artículo bastante bueno sobre el tema). Tras la 1ª Guerra Mundial, cambió la economía y la sociedad, los conceptos estéticos también se alteraron y las mujeres pudieron acortarse las faldas mientras los corsés se iban reduciendo y simplificando poco a poco. En los años 70, su uso se ha extinguido totalmente (en los 80, cuando la moda sado-maso sale del underground, el corsé reaparece subrepticiamente para videoclips, fiestas y petardeos).

El nuevo milenio ha abierto las puertas del tunel del tiempo. En dirección inversa, por supuesto. Gracias a las hipotecas abusivas y los avales de las empresas se ha reinstaurado el régimen de esclavitud, caído en desgracia en el XIX. Gracias a la publicidad y las revistas femeninas, las mujeres se comportan voluntariamente como objetos sexuales y la inseguridad ciudadana y laboral les lleva de nuevo a buscar la protección masculina. La vuelta del corsé se impone. ¡Y además de yeso! Así que: ¡Gordas, gorditas y gordezuelas y del mundo entero: No más complejos y no más dietas! ¡Ha llegado la era del corsé de yeso! ¡Oculte esa fea obesidad que tanto le obsesiona bajo la plancha de yeso! ¡olvídese de respirar! ¡Se acabó la libertad de movimientos! ¡Olvidese de ser persona! Vende tu libertad y tu salud a cambio de la segunda ración de tarta y chuminadas.