Por su parte, la industria discográfica ha sido la más damnificada con los cambios aportados por Internet. La investigación llevada a cabo por Forrester Research para la poderosa RIIA (Asociación Americana de la Industria Discográfica) muestra que desde el año 2000 las ventas de discos se han reducido casi un tercio, mientras que Francia ha tenido que crear la Autoridad Superior para la Difusión de Obras y Protección de Derechos en Internet. En España, SGAE y sus socios se han ganado las antipatías de todos. Las quejas y lamentaciones son el pan de cada día cada vez que abren la boca nuestros profesionales de la música. Nadie quiere percatarse de que la escasa simpatía que sus problemas despiertan es prueba patente de la absoluta desconexión de la industria musical con respecto a los gustos e intereses del consumidor.
Espigando Internet se hace aún más patente el fracaso de la industria discográfica corporativa y su falta de conexión con el público. Durante décadas han despreciado al melómano buscando halagar al público mayoritario. Vender chorizo a los vegetarianos no es una buena estrategia comercial y mientras las paginas personales -lo mismo que las promocionales de artistas o sellos no comerciales- ofrecen información completa y actualizada incluyendo archivos de prensa y links con otras páginas, las Web de las grandes corporaciones discográficas se centran en la promoción de su último lanzamiento corporativo aislándolo frescamente de la trayectoria del artista y de los movimientos y tendencias con los que pudiera tener relación y resultan completamente inútiles.
La adolescente portuguesa Ana Free consiguió casi dos millones de visitantes con sus canciones y su guitarra. Da que pensar que su álbum no haya alcanzado las espectaculares ventas que cabía esperar por sueco en Internet. Es fácil deducir que el álbum, como modelo tradicional de difusión de la música, ha quedado obsoleto y que el público prefiere la proximidad de los crudos videos caseros de Ana que una elaborada producción discográfica. (Continuará)
Espigando Internet se hace aún más patente el fracaso de la industria discográfica corporativa y su falta de conexión con el público. Durante décadas han despreciado al melómano buscando halagar al público mayoritario. Vender chorizo a los vegetarianos no es una buena estrategia comercial y mientras las paginas personales -lo mismo que las promocionales de artistas o sellos no comerciales- ofrecen información completa y actualizada incluyendo archivos de prensa y links con otras páginas, las Web de las grandes corporaciones discográficas se centran en la promoción de su último lanzamiento corporativo aislándolo frescamente de la trayectoria del artista y de los movimientos y tendencias con los que pudiera tener relación y resultan completamente inútiles.
La adolescente portuguesa Ana Free consiguió casi dos millones de visitantes con sus canciones y su guitarra. Da que pensar que su álbum no haya alcanzado las espectaculares ventas que cabía esperar por sueco en Internet. Es fácil deducir que el álbum, como modelo tradicional de difusión de la música, ha quedado obsoleto y que el público prefiere la proximidad de los crudos videos caseros de Ana que una elaborada producción discográfica. (Continuará)