14 de gen. 2012

Serie Pioneras XVI: Donyale Luna

Donyale Luna se llamaba realmente Peggy Ann y era de Detroit. Medía 1'80 y fue la primera modelo de raza afro-americana que apareció en la portada de la edición inglesa de Vogue, marzo 1966, aunque con su negritud cobardemente camuflada.



En enero 1965, Harper's Bazaar había publicado un
retrato suyo en portada.

El link con la Wiki de Donyale es éste:
http://en.wikipedia.org/wiki/Donyale_Luna


En este link están las fotos de Life:
http://images.google.com/hosted/life/7dba75dd8a7d7730.html

Una portada posterior:





























Era la mujer de moda, posó para David Bailey y Richard Avedon, para Warhol y Dalí. Tuvo un papel en Satyricon de Fellini y sale en el Rock and Roll Circus de los Rolling Stones. A Donyale le gustaba embrollar su biografía y le disgustaba que le planteasen cuestiones y reivindicaciones raciales. Le invitaban a todas las fiestas y era muy conocida en los ambientes más sofisticados y decadentes de Londres y Nueva York incluida la Factoría de Andy y el círculo de los Rolling.

En los 70, Donyale bailaba en Studio 54 y salió en Interview (1972 y 75) y Playboy (1975):




   














Donyale falleció en Roma, en 1979 por una sobredosis de heroína. Un final desgraciado para una historia de éxito y de belleza. También de logros: Donyale, Beverly Johnson y Naomi Sims fueron las primeras supermodelos de raza negra y su presencia en revistas, publicidad, desfiles y fiestas significó mucho para la sociedad afro-americana.
 
  
  


Veamos unas fotos de Donyale en los 60 con aquellos vestidos, aquellas poses, pestañas postizas y aquellos pendientes:





6 de gen. 2012

Mis críticas musicales en Público: KASIM AL SAHER


El rey de la música árabe es un iraquí de 46 años que ha vendido 30 millones de discos sin ayuda de la MTV, de los 40 Principales, de la RIAA, de la SGAE, ni de ninguno de los poderes de hecho del mundo musical. Talento, encanto personal y la habilidad de combinar música culta y moderna y de cantar al amor con pasión pero con buen gusto han hecho de Casim Al Saher algo más que un ídolo para los 300 millones de pobladores del mundo árabe. Tampoco ha necesitado vender su alma a ninguna cerveza ni salir en portada de Rock de Lux para convertirse en el embajador de buena voluntad de su país destrozado y doliente. Carlos Santana, Sarah Brightman, Nigel Kennedy, Lenny Kravitz, Transglobal Underground, Paula Cole y el mismísimo Quincy Jones se han aproximado a él de un modo u otro para invitarle a sus discos, festejos y conciertos o para occidentalizar, vía remezcla, alguno de sus temas y ya se codeas en los actos solidarios con la aristocracia de famosos como Oprah Winfrey, Angelina Jolie, Andrea Bocelli, Norah Jones, Evander Hollyfield y Maná. También ha cantado en el Congreso Norteamericano y las Naciones Unidas.

Casim Al Saher es un tipo elegante, un chanteur de charme de exquisita educación musical que estudió seis años en la prestigiosa Academia de Música de Bagdad, que domina los entresijos y escalas de la rica y compleja música clásica árabe y que prefiere cantar en un árabe clásico y refinado en vez de los dialectos coloquiales de los cantantes populares. La pasión que pone en sus interpretaciones no le hace perder nunca su elegancia y su coolness y se le compara con Om Kalsum por sus ventas de discos millonarias, sus raíces clásicas y su continua capacidad de innovar dentro de la tradición.

Hijo menor de una familia de diez hermanos, su padre no veía con buenos ojos su afición artística y con diez años Casim vendió su bicicleta para comprarse una guitarra. A los 19 se había casado con su prima y a los 21 comenzó sus estudios. En 1987, una canción suya, Ladghat El Hayya, fue emitido por la televisión nacional iraquí dentro de un reportaje sobre Mosul, su tierra natal, rodado por un realizador conocido suyo. Al día siguiente, la canción sonaba por todas partes y a Casim le llovían ofertas de clubs y de discográficas. La directiva de la TV estaba dispuesta a contratarle de nuevo si accedía a cambiar la letra que trataba sobre el miedo y la recién concluida guerra con Irán. El cantante se negó, el peso de la censura cayó sobre él y el interés, la curiosidad y la simpatía del público no hicieron más que acrecentarse.
Sus canciones hablan de amor y romance y adora cantar al frente de orquestas de 30 músicos. Desde los 80, Casim ha grabado una cuarentena de discos, el último de los cuales, Yawmyiat Rajul mahzum, fue publicado la pasada primavera. Ana Wa Laila del 98 y El Hob El Mustahi del 2000 son dos de sus obras más celebradas. Una canción suya ilustra el film My country, my country nominado al Oscar 2007 entre los mejores documentales y en 2003 la BBC 3 le entregó el premio al mejor de lo que ellos llaman world music. Consciente de que su popularidad le ponía en una difícil situación cuando las relaciones de Sadam con Bush se resquebrajaron, Casim, que en todo momento ha preferido comunicar un sencillo mensaje pacifista y humanitario, dió una gira presentando su música por las principales ciudades de los Estados Unidos justo un mes antes de que comenzaran los bombardeos sobre Bagdad.

Casim, que viaja con pasaporte canadiense y sin guardaespaldas, ha vivido en Libano, París y El Cairo por culpa de los avatares de la política internacional. En los países árabes despierta pasiones y ese clarividente barómetro que es el público femenino le venera sin restricciones. Es uno de los pocos intérpretes actuales de la música árabe que compone sus propios temas y, como les pasa a los flamencos que han de demostrar en todo momento que conocen la ortodoxia del cante jondo, Casim ha compuesto y grabado largas y complejas piezas clásicas para demostrar a los ortodoxos y academicistas su cultura musical.


CONEXION ORIENTAL

Cambios históricos y sociales y el aburrimiento de la música occidental han despertado un interés inédito por la música oriental. Djs enardecidos remezclan canciones árabes, grabar con Khaled o Mami es lujo para los ídolos anglosajones y citar a Om Kalsum, un acto de fe para el melómano concienciado.

Nombres a tener en cuenta: El popular egipcio Amr Diab, con su rumba oriental, George Wassouf, renovador libanés de la tradición, Abdelmajid Abdullah y Abdullah Rowaished, representantes del jaliyi del Golfo Pérsico, o el one-hit-wonder Hisham Abbas con su disco music medio hindú. Sin olvidar a las divas de voces sobrenaturales, Haifa Wehbe, Najwa Karam, Nancy Ajram o Elissa.

La propiedad intelectual sigue en embrión y la música es aún eminentemente popular, pero la industria musical va unida a la televisiva y muchas productoras tienen su canal particular que comercializa sus discos. Ni que decir tiene que las fame academies arrasan en países donde prima el culto a las bellas voces.

Links
http://www.kathemalsahir.com
http://www.myspace.com/kadimalsahir
http://www.mazika.com/