Un reportaje que hice en el 2003 y que sigue de actualidad: No aprenderán nunca y la costa cada vez más erosionada. El eufemismo "regenerar" por no decir "fabricar" es para tirarse de los pelos. Intenté ser objetiva y atender a ambas partes, pero creo que quedó muy claro que hacer playas artificiales para satisfacer a las chicharronas salchicheras que se creen que "morenita estás más mona" es el culmen de la idiocracia y la necedad. Al final pondrán escaleras mecánicas para que las marus, los chulitos y matutanos puedan escalar Bulnes.
Dominar las fuerzas de la naturaleza es el sueño imposible de la raza humana. La furia del huracán, el fuego y el agua fueron los primeros enemigos que encontraron nuestros antepasados cuando posaron sus grandes pies de plantígrado sobre la corteza del planeta. Pero, los tiempos han cambiado radicalmente y, a lo largo de trescientos kilómetros de la costa española, los descendientes de aquel torpe y asustado pitecántropo han conseguido fabricarse unas espectaculares playas de arena a medida de sus caprichos y exigencias.
La costa española se extiende a lo largo de ocho mil kilómetros. Dos mil de los cuales son playas. Cuatrocientos veinticinco municipios disfrutan de los beneficios del mar y un treinta y cinco por ciento de la población vive a menos de cinco kilómetros de la costa con una densidad de habitantes cuatro veces mayor que la media. España es el tercer país más visitado del mundo, después de Francia y estados Unidos, pero cuatro de cada cinco turistas elige como destino nuestras playas.
No hace falta saberse de memoria las estadísticas para apreciar lo importantes que son las playas para nosotros. La pesca y el turismo constituyen únicamente los dos aspectos más evidentes. Sólo un idiota se atrevería a destruir un tesoro natural de tal magnitud pero, en el año 2003, el noventa por cien de nuestras costas padece problemas de erosión. “Debemos conservar nuestras costas porque constituyen un enorme bien patrimonial. Las playas forman parte del paisaje y de los valores naturales de España y del mundo. Nuestra obligación es dejar a las generaciones futuras nuestro medio ambiente tal como lo hemos encontrado nosotros. La arena tiene una función importante: nuestro solaz, tumbarnos al sol y lucir un magnifico color de verano... Pero hay un valor añadido, la arena disipa la energía cuando llegan los temporales: Si tienes una playa con arena, cuando llega un temporal la fuerza del oleaje va a ir disminuyendo y, cuando llega al paseo o a la vivienda, no va a destrozar nada. Cuando no hay una playa de arena que absorba su energía, el temporal arrasa todo cuanto encuentra”. José Trigueros es el Director General de Costas, dentro del Ministerio de Medio Ambiente y es, sin duda, la persona que mejor nos puede informar sobre el tema. El señor Trigueros nos recibe en su despacho de Nuevos Ministerios. Dentro de la imponente arquitectura de la sede del Ministerio de Medio Ambiente, su despacho, aunque extremadamente amplio y luminoso, es bastante menos ostentoso que los de muchos directores de compañías discográficas o editoriales.
En el otro lado del espectro del panorama español de defensores del medio ambiente está Greenpeace. En su sede madrileña, no hay aire acondicionado, sólo lentos y agradables ventiladores a la antigua. Por doquier reina la actividad, pero no existe la sensación de histeria y stress inherente muchas oficinas. Mª José Caballero es la especialista sobre el tema de costas dentro de la organización. “No sólo hay que cuidar las playas desde el punto de vista medioambiental sino desde el económico, laboral”, insiste.
El Ministerio de Medio Ambiente mantiene una serie de actuaciones para luchar contra la regresión costera en una extensión territorial correspondiente al once por cien del litoral. Estas actuaciones consisten principalmente en lo que se ha dado en llamar la regeneración de las playas, un proceso que podría muy bien entenderse como una milagrosa creación de playas artificiales, allá donde no quedaba nada o donde nunca lo hubo. El sistema utilizado para llevarlo a cabo es el aporte artificial de arena y la construcción de diques y espigones para contenerla. La empresa es desesperada y constituye un esfuerzo tan gigantesco como el mal que se pretende atajar. Mayor es el mérito cuando se ha llegado incluso a crear grandes playas de arena allá donde sólo había pedruscos.
“El daño fundamental es la perdida de arena” explica el señor Trigueros “¿Cuáles son las razones de la pérdida de arena de nuestras playas? En primer lugar, el desarrollismo urbanístico que ocupó, en los años 60, un área bastante extensa de nuestras playas. En segundo lugar, la disminución de afluencia de áridos a determinadas playas motivada por razones de seguridad: hemos salvaguardado nuestra integridad física frente a inundaciones como las que asolaron en el pasado Valencia, Cataluña, País Vasco, río Segura, etcétera. Gracias a Dios, ya no sufrimos esas inundaciones que ocasionaban perdidas materiales y humanas grandísimas. Esas inundaciones aportaban sedimentos a nuestras costas, pero, si a la población le dan a elegir entre inundaciones con muertes, y erosión en la costa, yo creo que, por unanimidad, diríamos que una vida humana no merece un metro de playa ¿Cómo se han evitado las inundaciones? Haciendo embalses de regulación. Las tormentas de agua están actualmente reguladas por embalses que, desgraciadamente, se han convertido en barreras que frenan el aporte de sedimentos a nuestras costas. Y, por fin, la tercera causa son las barreras que se colocan en el litoral: si hay un flujo de arena que viene hacia la costa y aquí se coloca una barrera, la arena se va a acumular aquí, pero se va a provocar una erosión al otro lado. La zona erosionada hay que regenerarla para tener las mismas playas que teníamos antes”. “Hay playas que han retrocedido hasta doscientos cincuenta metros por culpa de las barreras que modifican el ritmo de las corrientes y que impiden que las arenas lleguen en verano a sedimentarse” atestigua Mª José Caballero.
Pero, ¿cómo se lleva a cabo en la práctica el proceso de regeneración de una playa? “No supone ninguna obra de ingeniería complicada. Es buscar la arena y volcarla” informa el Señor Trigueros. “¿Cómo se lleva a cabo cuando tenemos una costa en erosión? Existen tres posibilidades, primera: observamos que aquí tenemos una gran extensión de playa y en el lado opuesto no: se toma arena de aquí y se lleva hasta allí, traslado de arena de una zona de la playa a la otra. Segunda posibilidad: En los puertos el canal de acceso por donde llegan los barcos se aterra y hay que dragarlo periódicamente, intentamos llevar esa arena a las playas en erosión. Previamente, se analiza para comprobar que no esté contaminada. Ha habido arenas contaminadas con metales pesados, aceites, etcétera que, evidentemente, no se han utilizado”. Tercera posibilidad: arenas de interior que son parecidas en calidad a la de la playa: color, grano y composición química. En la parte de Málaga y Almería, hay bastantes ramblas que, en el pasado, cuando había grandes avenidas, aportaban la arena a las playas. Esa arena se puede traer porque es la que, en otros tiempos, hubiera llegado de forma natural a la playa. Constituye la tercera fuente de material para verter en la playa. Y, por último y en caso extremo de desesperación, recurrimos a la arena que está en el fondo del mar, en cuyo caso se llevan a cabo estudios ambientales que permiten o desaconsejan su extracción”.
“Esta arena, protesta Mª José Caballero, como es arena submarina a la que no le da el sol, tiene uno color oscuro y se ven obligados a someterla a unos procedimientos de lavado con ácido clorhídrico y calor para blanquearla, dentro de los barcos draga. Nos están poniendo una arena completamente artificial que es diferente de la que había en la playa y que no sedimenta bien. Con el primer temporal, se va otra vez al fondo marino”. En el Ministerio de Medio Ambiente ya están preparados para afrontar esa contingencia: “Con el paso del tiempo, se hace necesaria una labor de mantenimiento, es el cuento de nunca acabar pero no hay otra solución. Hay muchos ejemplos: Málaga ciudad no tenía playa, ahora tiene una playa, La Malagueta. Se trata de una actuación puntual en una zona de playa y hay que alimentarla. Las playas de la Costa del Sol necesitan una alimentación continua, sino volverían a desaparecer en un período de dos, tres años Ahora mismo se está haciendo una recuperación de toda la costa de Málaga debido a los últimos temporales Nuestras costas necesitan un mantenimiento que hay que equiparar al mantenimiento que necesitan las carreteras, por ejemplo ¿Qué se gana, qué se pierde? El agradecimiento del público. La gente, en su inmensa mayoría, aprecia más la playa de arena que la de piedras”. En opinión de la representante de Greenpeace, “la arena que traen de una cantera ocasiona menos daño que la que traen del fondo marino”.
Para recabar testimonios sobre los casos en los que ha fracasado la titánica tarea de la aportación de arenas externas a la playa, el señor Trigales me recomienda que me dirija a la localidad Gerundense de Blanes, fundada por los iberos posee una notable riqueza turística, pesquera e industrial. Allí me atiende Argemir Gonzalez, militante de grupos ecologistas desde los dieciséis o diecisiete años, vinculado a Els Verts y actual concejal de medio ambiente. “Dragar arenas y dejarlas en las playas es una acción puntual destinada a repetirse indefinidamente, hemos tenido temporales importantes que vuelven a llevarse la arena al mar. No es la solución: La arena aguanta unos años y se han de invertir millones para sustituirla conforme se va perdiendo Es una actuación carísima, entendemos que irracional, que cuesta miles de millones, al tiempo que se permite la construcción de puertos deportivos que cortan la corriente norte sur que lleva las arenas hacia Barcelona. Las arenas no pueden traspasar los diques y, como la plataforma continental, en todo el litoral mediterráneo, es muy estrecha, se pierden. Los más afectados han sido los pescadores porque disminuye la captura de determinadas especies en nuestra zona”.
“Sacaron una cantidad de toneladas de arena y las llevaron a la otra playa. Donde habían cuatro brazas de profundidad, dejaron seis: hoyos de muchas brazas. Desapareció la almeja fina, la coquilla y todos los moluscos bivalvos. Se fueron a la ruina todos los pescadores que trabajaban el molusco y tuvieron que emigrar. Se quedó sólo uno de cinco que teníamos”. Es Josep Llauradó quien nos habla, Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores de Blanes, es hombre de mar congénito. Toda su familia son pescadores y de marineros y cinco de sus parientes han muerto en el mar. Su hijo está en la marina mercante estudiando para convertirse en capitán, como él mismo hizo en su juventud hasta que la prematura muerte de su padre le sirvió de excusa para dedicarse a lo que más le gustaba que era la pesca. “Pero luego, en la zona donde depositaron la arena, los mariscos quedaron enterrados debajo de tanta arena que los ahogaron. Son filtradores: viven en la arena pero a un menos de un palmo, salen y se esconden. Acabaron con ellos, en un area de mil metros: En un lado, por quitarles la arena, en el otro, por enterrarlos”.
Pero, volvamos al Ministerio del Medio Ambiente, al habla con el señor Trigueros: “En el fondo del mar tenemos una riqueza que es la posidonia. No es un alga, sino una fanerógama, una especie endémica del mediterráneo y concretamente de la península ibérica. Proteger la posidonia es tan importante como conservar el lince ¿Existe un programa para conservar el lince, no? Pues el caso de la conservación de la posidonia sería similar, es un prioridad para Ministerio de Medio Ambiente y para la Dirección General de Costas”. Las praderas de posidonia oceánica también son objeto de la atención de los ecologistas: “Se trata de bosques sumergidos que generan oxígeno. Las fanerógamas son un tipo de planta que tiene sus raíces, sus hojas... La pradera de posidonia es zona de cría de más de trescientas especies de peces, además, tienen unas raíces muy largas y son ellas las que sujetan la arena. Cuando estás dragando, estás destrozando. Como hicieron el año pasado en Baleares y en Alicante, donde se cargaron toda una pradera de posidonia oceánica y la unión europea acaba de regañarles”, nos informa Greenpeace.
Las posidonias son, para el bañista despistadillo y el turista ignorante, esas largas cintas verde oscuro que normalmente están sujetos a las rocas del fondo, pero que, de vez en cuando, son arrancados por las corrientes y los temporales para acabar en grandes montones sobre la arena volviéndose lentamente de color negro y emitiendo un agradable olor marino (esto ocurría hace décadas. Actualmente, las empresas de limpieza playera que contratan los ayuntamientos se esfuerzan con denuedo para que los delicados ojos del turista no se tropiecen en ninguna circunstancia con la más mínima fibra vegetal submarina). “Nosotros no vamos a ir a extraer arena donde hay fanerógamas, afirma el señor Trigueros: “Siempre que hay una regeneración se produce una turbidez. Se intenta confundir a la opinión publica diciendo que, con la turbidez, muere la posidonia. Estoy de acuerdo: con una turbidez prolongada muere la posidonia pero sólo si es suficientemente prolongada. Sino, cualquier temporal haría desparecer las praderas de posidonias”. “Hay otro tema importante en el que quizá no se ha profundizado bastante”, explica: “Si la posidonia no tiene un gran sustrato arenoso, se muere. Cuando la costa atraviesa un proceso erosivo, la posidonia no puede sobrevivir”.
En Blanes tienen una sugerencia que hacer: “Según estudios de la Universidad Politécnica de Barcelona, con tres espigones sumergidos, paralelos a la costa, consolidaríamos las playas que tenemos” afirma el señor Gonzalez. “Pero nosotros no tenemos capacidad económica ni competencia para llevarlo a cabo. El Ministerio debería cambiar de filosofía y plantearse acciones permanentes en lugar de puntuales”. El señor Llauradó continúa: “En dos años, en Vinaroz, provincia de Castellón, sacaron con espigones unas playas, que aquello parece el desierto del Sahara... Son dos duros, porque es tirar cuatro piedras, pero han de ser paralelos a la playa, no perpendiculares”. A este respecto la Dirección General de Costas tiene algo que añadir: “Se supone que los espigones son una solución para lograr que la arena se quede en la playa. En Cádiz han funcionado. En Sitges no han funcionado. Cada caso, cada problema tiene su respuesta y la solución idónea para un sitio no es trasladable a otro”.
¿Cómo se llevan a la práctica estas colosales regeneraciones de nuestras playas? ¿Cuál es el mecanismo? “Las obras las llevan empresas contratadas. La regeneración de una playa es una obra pública que es adjudicada a una empresa tras un concurso. Es una obra como la construcción de un paseo marítimo o un puerto deportivo, con dirección técnica dirigida por la Dirección General de Costas”.
Greenpeace sostiene que todas estas acciones son inútiles dado que no se enfrentan a las causas de la regresión sino que, según ellos, contribuyen a incrementarla. “El gran problema es considerar que la playa es un cubo gigante de arena: la playa es un cosistema natural y dinámico que, durante un período del año, pierde arena y, durante otro, la gana”. “La gente de mar de toda la vida, los que lo conocen bien porque han vivido y lo han visto, te dirán todos lo mismo: el viento de levante lleva la arena a poniente y el viento de poniente lleva la arena a levante. Si dejan suelta la arena, se va a perder. Con la naturaleza no se juega. Hay que dejar la arena en su sitio y no tocarla más. El mediterráneo tiene una capacidad de regenerarse prodigiosa, comparable, no te diré a la de las rías gallegas, porque eso es mucho, pero sí a cualquiera de los océanos del mundo. ” afirma Josep Llauradó, el pescador de Blanes.
Greenpeace lanza otra acusación: “Consideramos que es un despilfarro de dinero y se está causando un daño a las zonas en las en las que se extrae la arena”. La respuesta de José trigueros es implacable: “La regeneración de las playas tiene un coste que no creo desproporcionado y que puede ser asumido por la sociedad española porque la sociedad lo demanda. Si la sociedad no quisiera playas, la Dirección General de Costas no existiría. Pero no se trata, en absoluto, de nuestro objetivo más importante, sino que ocupa exactamente el penúltimo lugar en nuestra agenda. El presupuesto de la Dirección General de Costas se distribuye entre la restauración de humedales, dunas, marismas y patrimonio arqueológico relacionado con costas, como son los molinos de marea”.
¿Hasta que punto no interfieren los intereses de la industria turística en la defensa del medio ambiente marítimo? “Se trata de los intereses del ciudadano español: el español quiere playas. La industria turística existe como respuesta a esta demanda”. “Si destrozamos el paisaje, acabamos con el turismo” nos dicen desde Blanes. A los especuladores no les importa, porque una vez destrozan una zona, se marchan a otra. Somos los ciudadanos quienes debemos concienciarnos de la riqueza paisajística, apostar por un turismo de calidad (y no me refiero a que venga con los bolsillos llenos). El turismo de calidad huye de las zonas masificadas y la tendencia del turismo europeo es buscar las zonas vírgenes. Es cuestión de madurez, los españoles no hemos llegado al punto de madurez necesario para exigir calidades. El turismo de masas tiene su sitio, pero no por ello hay que olvidar la calidad sobre todo medioambiental”.
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Cuentas:
El presupuesto para la regeneración de playas en toda España es de ciento sesenta millones de € (veintiséis mil millones de pesetas), el mismo presupuesto necesario para construir dos presas.
La regeneración de un millón de metros cúbicos de arena cuesta diez millones de €. El metro cúbico esta costando 1.690 Ptas. de las antiguas.
En el período 83/92 se crearon 7,7 millones metros cuadrados de costa. Para ello fue necesario mover 51,1 millones de metros cúbicos. La inversión necesaria fue de 68.200 millones de pesetas.
En el período 93/97 se crearon 8,7 millones metros cuadrados de costa. Para ello fue necesario mover 58 millones de metros cúbicos. La inversión necesaria fue de 150.000 millones de pesetas lo que supone un aumento de más del 300%.
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